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Las reinas que se adelantaron a su tiempo

Desde pequeñas, nos han mostrado que convertirse en reina es como ganarte la lotería: un sueño hecho realidad. Pero la verdad está muy lejos de los cuentos de hadas. Y sino, que se lo pregunten a nuestras protagonistas de hoy, reinas que, por adelantarse a su tiempo, tuvieron que librar intensas batallas contra las leyes, el machismo e incluso su propia corte.

Las vidas de muchas de las mujeres que nos gobernaron hace siglos están muy lejos de las historias que nos contaban de niños. Sin embargo, ellas supieron rebelarse y, en un acto de valentía, llevar la contraria a las normas que impedían que las mujeres tomaran partido en las decisiones del gobierno. Ellas también formaron parte de la lucha. ¡Nuestra lucha!

Cleopatra

La última reina del Antiguo Egipto es un personaje asociado a la belleza, la elegancia y el poder. Cleopatra era una reina enérgica y astuta, consiguiendo alianzas súper importantes como la del Imperio Romano. Gobernar Egipto le dio un poder inigualable, lo que la convirtió en una mujer independiente e influyente.

Además de tener habilidad para los asuntos políticos, Cleopatra era brillante e inteligente. Hablaba siete idiomas y sabía mucho sobre astronomía, música, matemáticas y literatura. Se cree que llegó al trono con 16 o 17 años. Al día de hoy, se sigue admirando el poder que tuvo en la última dinastía Ptolemaica del Antiguo Egipto.

Victoria I de Inglaterra

Victoria, con un reinado que duró aproximadamente 64 años, casi consiguió el récord del más largo de la historia. Solo la ha superado una persona y no es más ni menos que la actual Isabel II de Inglaterra, su tataranieta. Victoria I llegó muy joven al trono, con 18 años. No obstante, desde el principio gobernó de manera vocacional su pueblo. En 1877 se convirtió en la primera mujer inglesa que consiguió el título de emperatriz de la India.

Victoria fue madre de nueve hijos. Tuvo partos muy difíciles, por lo que en su octavo embarazo tomó una decisión que en aquella época era considerada una aberración: tomar anestésico durante el parto. Gracias al ejemplo de la reina Victoria, el mundo comenzó a parir sin dolor.

Soraya de Afganistán

Soraya Tarzi fue reina consorte de Afganistán durante 10 años. Fue la primera (y única) en serlo, por lo que en la década de 1920 fue una de las mujeres más poderosas en Oriente Medio. Sus ideas feministas y progresistas le dieron una fama inigualable en aquella época.

Durante su reinado, le dio a las mujeres la esperanza de convertir su país en una nación en la que tuvieran derechos y libertad. Un siglo después, aún no se ha conseguido. Creyó fervientemente en la educación de las mujeres y fundó la primera revista del país para ellas.

Además de todos los avances que propició para la sociedad afgana, Soraya pasaría a la historia por un discurso que dio en 1926 para celebrar el séptimo aniversario de la independencia de Afganistán. En él proclamó:

“¿Crees que nuestra nación desde el principio sólo necesita hombres para servirla? Las mujeres también deben participar como lo hicieron en los primeros años de nuestra nación y del Islam… Todos debemos intentar adquirir la mayor cantidad de conocimientos posible”.

Cristina de Suecia

La monarca de Suecia, a diferencia de la mayoría de reinas europeas de la época, no era especialmente delicada. Educada como un varón, vestía ropa de hombre, blasfemaba y no le importaba decir lo que pensaba. Tratándose del siglo XVII, esta conducta era poco común en una mujer. Era muy admirada y lo más importante: le daba igual lo que la gente pensara sobre su físico, su forma de ser o su orientación sexual.

Cristina amaba el arte y la literatura, por lo que desde su llegada al trono convirtió el país que gobernaba en un lugar de peregrinación para los intelectuales de la época. Ella, ante todo, quería ser libre y seguir el camino que le indicara su corazón. Abdicó para hacer realidad su sueño: convertirse al catolicismo y vivir en Roma. Su historia es fascinante, así como la forma en la que rompió los esquemas de una sociedad cuadrada.

Catalina la Grande

En 1762, Catalina participó en el derrocamiento de su propio esposo, Pedro III. A diferencia de él, no esperó a ser coronada: ella misma se nombró emperatriz de Rusia ese mismo año. Reinó durante 34 años, hasta su fallecimiento.

Gracias a ella, Rusia se abrió culturalmente al mundo, siendo considerado uno de los países más cultos de la época. Por primera vez, Rusia era protagonista de todas las tendencias culturales e intelectuales. Catalina trabajó en aumentar la actividad cultural, artística y educativa de su época.

Antes de que existieran las vacunas, en la segunda mitad del siglo XVIII, la viruela azotaba violentamente Europa. Catalina se enteró de que un médico inglés estaba haciendo grandes avances sobre la viruela, educando a los pacientes para inmunizarlos. Catalina lo invitó a Rusia y los vacunó a ella y a su hijo Pablo, haciéndolos inmunes.

Urraca I de León

En plena España medieval, a mediados del siglo XII, llegó al trono una mujer que pasaría a la historia por ser la primera reina española en ejercer plenamente su autoridad real. Las dificultades y riesgos a los que se enfrentó durante su reinado hicieron que se la recordara como “La Temeraria”.

Su vida fue una lucha constante, no solo por hacerse respetar al mando del reino, sino también por impedir que le arrebataran sus territorios. Urraca gobernó de la misma forma que lo habría hecho un hombre. Pero por ser mujer, fue duramente criticada y cuestionada. Luchar contra el machismo para conservar la corona en la época medieval fue, cuanto menos, temerario.

Tú también, sé la reina de tu propia historia.

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