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Hablemos de las musas y las mujeres en el arte

Al principio de los tiempos (o eso dicen por ahí), Zeus creó el mundo y pidió la opinión de los demás dioses: ¿se le habría olvidado algo importante? Los dioses dijeron que sí, y es que al despistado de Zeus se le había pasado crear algo que fuera capaz de expresar toda la belleza de la vida, y así nacieron las Nueve Musas. Estas deidades son las diosas que inspiraron a múltiples artistas.

Pero, ¿nacieron las musas para ser valoradas o para ser un objeto de los hombres? He aquí la parte complicada. Nos ponemos los lentes morados del feminismo y, sorprendidas, vemos cómo el concepto originario de “musa” ahora brilla por su ausencia. Lo ha sustituido el de la mujer bella, el objeto de deseo y el amor platónico del artista. Es decir, lo que viene a ser una forma más (sí, otra) de objetivizar la figura de la mujer.

Lo que pudo nacer como una idea sublime y pura de enaltecer a la mujer y verla como un ser que merece ser valorado, adorado y respetado, se desfiguró con el paso de los años. De mujeres creadoras, a mujeres pasivas. De deidades, a modelos para beneficiar el trabajo de los artistas. Entonces, ¿las musas han dejado en segundo plano el papel de la mujer creadora de arte?

Las musas y el “duende”

Lo realmente interesante de todo esto es que las musas en la mitología griega eran las que podían reconocer a los verdaderos artistas. Las que apreciaban una buena técnica y las obras que verdaderamente aportaban valor. El “duende”, la “chispa”, la “estrellita”. Eso que no puede estudiarse, simplemente se tiene o no se tiene.

De hecho, la historia cuenta que las musas sabían bien que el arte no es arte si no es libre. Es decir, que el arte se escapa del artista, como si una vez creado en una jaula, ésta se abriera para dejarlo volar libremente. Porque ni siquiera los artistas eran merecedores de apropiarse o repetir el arte. Qué paradoja.

Hablemos de… ¿Inspiración?

Históricamente, las mujeres han estado presentes en la Historia del Arte. Desde la Prehistoria y la Edad Antigua, podemos encontrar el cuerpo femenino representado en esculturas, pinturas y cerámicas. Indudablemente, el concepto de la feminidad ha sido representado de innumerables maneras y considerado una de las fuentes de inspiración más potentes que jamás hayan existido.

Cuando pensamos en Historia del Arte, muchos son los nombres de mujeres representadas en obras de grandes artistas, desde la Venus de Boticelli, hasta la Mona Lisa o la Maja Desnuda. Sin embargo, pocos son los nombres que nos vienen a la cabeza cuando queremos citar a mujeres artistas que lograron ser reconocidas por ser las creadoras (poquísimas en comparación con la cantidad de hombres).

Aunque la mujer y lo femenino dominan el arte en su representación, aún queda mucho camino por recorrer para otorgar el reconocimiento que merecen las mujeres creadoras. La visibilidad de obras realizadas por mujeres ayuda poco a poco a que la visión del panorama artístico actual sea más equitativo y representativo en nuestra sociedad. Levantemos la voz por las mujeres creadoras, creativas, inspiradoras y que comparten con el mundo su visión. Levantémonos por ellas, las verdaderas musas.

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