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Alice Ball

No se sabe mucho de la vida privada de Alice Ball, pero sin duda se le reconoce como la nieta de uno de los primeros y más importantes fotógrafos afroamericanos. Nacida en 1892 en Seattle, estudió química y farmacología en la Universidad de Washington.

En 1915, fue una de las primeras mujeres afroamericanas en graduarse en el ámbito de la química, más tarde, en la Universidad de Hawái, Ball se dedicó al estudio de todos los principios activos utilizados en el tratamiento de la lepra (enfermedad de Hansen). También se licenció y escribió una tesis centrada en los métodos de extracción de principios activos de las plantas medicinales. A raíz de sus investigaciones, el Dr. Hollman la llamó para colaborar en la Universidad de Hawái. Allí investigó el aceite de la planta chaulmugra, en aquel momento uno de los pocos agentes antibacterianos conocidos contra la lepra.

El uso local de este aceite no parecía eficaz y su ingestión oral provocaba trastornos gástricos. Ball no tardó en encontrar una técnica para aislar los principios activos del aceite y hacerlos inyectables. Su método resultó eficaz y seguro y permitió que muchos pacientes fueran dados de alta de los hospitales.

Por desgracia, su labor en pro del progreso científico quedó minimizada y casi anulada. Arthur Dean, un supervisor de la Universidad de Hawái, continuó su trabajo y produjo cantidades importantes de aceite inyectable, así como un artículo que hablaba sobre los resultados de la investigación. En este, no había ninguna mención del trabajo de Ball. De hecho, esta metodología fue bautizada como "método Dean", y el campus universitario también recibió su nombre.

Si el nombre de Alice Ball no ha desaparecido de la historia y se conocen sus verdaderos logros, es gracias a su antiguo colega Hollman, que decidió intervenir. En 1922 publicó a su vez un artículo en el que reivindicaba el papel de la joven química en la investigación, describiendo detalladamente cómo Ball había resuelto el problema.

Por desgracia, a pesar de su gran acto de amistad, su intervención no fue suficiente. Tuvieron que pasar noventa años para que la Universidad de Hawái reconociera debidamente el mérito y el descubrimiento de Alice Ball. En el año 2000, la universidad le dedicó una planta, concretamente un árbol chaulmugra, en el campus, con una placa conmemorativa debajo. Además, el gobierno hawaiano decidió instaurar el Día de Alice Ball, en memoria de la investigadora, para rendirle el debido homenaje y reconocer su papel en la ciencia.

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